7 5 6 D O C . 4 8 1 P H Y S I C S A N D T H E E S S E N C E O F T H I N G S La física y la esencia de las cosas[1] Si a un físico teórico, que ha elegido su ramo por una necesidad interior, se le dirige esta pregunta “Cual es el objetivo que tu con tanto afán persigues”, se expre- sará, en general, con precaución para que los filósofos no le consideren como un hombre ingenuo. Dire poco más abrieron: “Tratamos de construir un sistema lógica que nos permita reunir colvocamente sobre la base de la causalidad, las experien- cias sobre los sucesos del mundo físico, de tal modo que se pueda predecir la mar- cha de los fenómenos”. Esto es seguramente cierto, pero la respuesta no expresa aquella faz del problema que el investigador, con pasión, jurga se considera: su te- ma. Quiere éste comprender los fenómenos y conocer su esencia: desea adquirir de los procesos de la naturaleza el mismo concepto que se adquiero, por ejemplo, de la construcción y del funcionamiento de un telar o de una máquina de imprimir. Trata de reducir in enorme multiplicidad de los fenómenos físicos a la acción, ri- gurosamente regida por leyes, de cosas muy sencillas. A medida que el investigador se aproxima a este ideal, experimenta el grato sentimiento de haber comprendido los fenómenos de la naturaleza en sa esencia. Pero la tarea del físico teórico se distingue también, en cierto sentido, de la del hombre que quiere adquirir un concepto claro de un telar. Este último puede, en efecto, advertir directamente cuál es in construcción del telar. Ve, en seguida, si es un lugar determinado, existe una rueda costada, un cilindro o una palanca. Tampo- co es para él un misterio la naturaleza si el modo de las acciones reciprocas entre las diferentes partes. Sabe desde el principio en qué forma cada rueda afecta la otra, de qué modo un cilindro puede girar [et]si sitio en que está colocado, etcétera. Es diferente la situación del físico: éste no sabe de antemano si el calor es un fenóme- no de movimiento, si los cuerpos se componen de átomos, si hay que explicar los fenómenos electro-magnéticos como movimientos de una materia que llena el es- pacio, etcétera. Se asemeja a un hombre que no puede secar el telar de una caja im- penetrable para la mirada, y tiene que darse cuenta de su construcción acaso sólo por el carácter del tejido o por el ruido que el telar produce cuando funciona. Tiene que “adivinar” qué órganos son los que conducen los hilos longitudinales y diago- nales del tejido y los colocan en el lugar apropiado, y debe tratar de demostrar, por un análisis prolijo del ruido, que existen realmente lanzaderas que ciertos órganos hacen []ir y venir entre los lineas de los hilos longitudinales.? No podrá decirse de tal hombre que investiga el modo de ser del telar en su esencia, aun cuando el co- nocimiento de su construcción interna sera siempre hipotético? Conoce aquello que es “real” en la máquina con mayor perfección que el que se contenta con compro-
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