9 1 6 A P P E N D I X F restringida—debida a Fizeau, que demuestra la imposibilidad de suponer que el éter es arrastrado completamente por la materia. Esta experiencia se funda en el siguiente pensa- miento: si un líquido se mueve en el interior de un tubo, la velocidad con que se propaga la luz respecto a éste, en la misma dirección del movimiento de aquél, sería, según la hipótesis del éter en reposo de Hertz, la suma de la velocidad de las ondas respecto a un observador arrastrado por el agua, más la de ésta con respecto al tubo. Pero la experiencia dio diferente resultado. La velocidad era menor que aquella suma, apareciendo aumentada en una frac- ción del desplazamiento del fluido, que dependía del indice de refracción de éste. La explicación teórica de ese resultado fué dada por Lorentz mediante las ecuaciones de Maxwell referentes al vacío. Figuran en ellas, como es sabido, los campos eléctricos y mag- néticos y la corriente eléctrica. Formuló la hipótesis de que la materia arrastra en parte el éter, y con él a los campos eléctrico y magnético, porque la electricidad está ligada a ella de una manera elástica, es decir, que puede cumplir pequeñas oscilaciones respecto a la misma. Con esta simple hipótesis se puede calcular el desplazamiento de la carga respecto al éter, conociendo los desplazamientos que a[c]amos de mencionar. Esta teoría de Lorentz concilia el resultado de Fizeau con la inmovilidad del éter por él supuesta. a teoría de Lo- rentz sienta pues el postulado de la existencia de un sistema privilegiado de referencia: el éter electromagnético en reposo. Las leyes de la naturaleza serían válidas en sus formas simples, solamente con respecto a tal sistema. Si realmente existe un éter en reposo, la tierra debe moverse, fatalmente, relativamente a él, lo que sería susceptible de manifestarse mediante experiencias ópticas o electrodiná- micas realizadas en el laboratorio. Fué sorprendente que tal desplazamiento relativo no se pusiese de manifiesto en experiencias realizadas expresamente con tal fin. Lorentz dedujo teóricamente que los fenómenos que, según su teoría, se podían obser- var, dependían, en primera aproximación, de la relación entre la velocidad de la tierra u la de la luz. Tratándose de diferencias tan pequeñas solamente podía esperarse éxito recurrien- do a los métodos más delicados de la óptica, vale decir, a los métodos interferenciales. Michelson y Morley, Morley sólo después, y recientemente Morley y Miller han efec- tuado una experiencia de tal naturaleza, observando la interferencia de dos haces de luz que se propagan uno en dirección del movimiento de la tierra y el otro en la dirección normal. Cada uno de estos haces marcha primeramente en un sentido y luego en el opuesto, refle- jándose en espejos situados normalmente a los rayos par interferir después. Estos rayos de- berían tener una diferencia de marcha proveniente de la desigual propagación de la luz en aquellas direcciones ya que con respecto a una de ellas, la componente de la velocidad de la tierra es nula. A pesar de que se podían observar efectos iguales a loa centésima parte del previsto por la teoría—supuesto el éter fijo—las experiencias dieron reiteradamente el mis- mo resultado negativo. Esta experiencia parecía indicar que el éter era arrastrado totalmente por la tierra. El arrastre parcial observado den la experiencia de Fizeau se podría explicar, suponiendo que, cuerpos de gran tamaño arrastran al éter, no así masas pequeñas como las del agua que se mueve en aquel experimento. Esta suposición es destruida por el fenómeno de la aberración de la luz, que es absolutamente inconciliable con la idea de que la tierra
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