9 1 8 A P P E N D I X F de Michelson y el hecho, impuesto por la naturaleza, de la independencia de la velocidad de la luz del movimiento de la fuerte que la emite. Repitió, nuevamente, que la experiencia de Michelson prueba que la velocidad del sis- tema (Tierra) no influye sobre los fenómenos ópticos que en ella se cumplen o, por mejor decir, que no es posible denunciar el movimiento de un cuerpo cuando es rectilíneo y uni- forme, por experimentos ópticos realizados en él. El principio de relatividad sería, según esto, aplicable también a los fenómenos ded la óptica. Como ya le dije hace un momento— continuó—ese principio parece chocar con el hecho experimental de la constancia de la ve- locidad de la luz. Estamos, pues—agregó—en presencia de hechos experimentales inconciliables. Pero cabe preguntar ¿qué significa hablar de hechos experimentales contradictorios? ¿Puede la naturaleza contradecirse? Inconciliables pueden ser nuestras representaciones, pero no los hechos de la experiencia. Debiendo elegir entre aquéllos o éstos el físico tiene una sola po- sibilidad: aceptar los dictados de la naturaleza. Los dos postulados fundamentales— La experiencia obliga, pues—continuó,—a establecer los dos siguientes postulados fun- damentales: 1. Que el principio de relatividad es aplicable a todos los fenómenos de la naturaleza, lo que no significa otra cosa que establecer la identidad de las leyes naturales para todos los sistemas que se mueven relativamente con movimiento rectilíneos y uniformes. (Conse- cuencia de la experiencia de Michelson). 2. Que la velocidad de la luz es constante, no dependiendo del movimiento de la fuente que la emite. Estos postulados son—repitió el doctor Einstein—contradictorios a la luz de la ciencia clásica. La relatividad de las nociones de tiempo y de espacio— La dificultad de resolver esa incongruencia proviene—dijo—de hipótesis inexactas con- cernientes a los conceptos de la geometría y del tiempo. Me limitaré a mostrar de la manera más sencilla posible—agregó—cuáles son esos conceptos y la naturaleza de los cambios que es forzoso introducir en ellos. Puso en evidencia que a la luz de la ciencia clásica, si se tienen dos sistemas, vale decir, dos cuerpos que se mueven relativamente con movimiento uniforme y rectilíneo, y se refieren a ellos los lugares en que se verifican diversos sucesos y los tiempos en que se rea- lizan, las distancias entre los lugares de dos acontecimientos cualesquiera y el tempo tras- currido entre éstos resultan idénticos para los observadores de aquellos. dos sistemas. Dos sucesos simultáneos para un observador dado son, pues, simultáneos para otro observador que se mueve respecto al primero en la forma enunciada y lo análogo sucede con las distancias. Son—dijo—consecuencias inmediatas de adoptar para la naturaleza nuestras nociones intuitivas de espacio y tiempo. Postulamos “a priori”, que el espacio y el tiempo son absolutos.