8 6 2 A P P E N D I X H En esencia, «es verdad que del concepto de movimiento no puede deducirse a priori que haya un sistema privilegiado, sino que, bajo el punto de vista físico, parece posible a priori, que las leyes sean más sencillas respecto a un sistema privilegiado.» Hemos visto que esto no ocurre en Mecánica. Así, pues, en la Mecánica clásica vale el principio restringido de relatividad, y decimos restringido, porque esta equivalencia hace referencia sólo a sistemas con movimiento rela- tivo de traslación uniforme. Ahora, en posesión del principio de relatividad y conservando el principio de constancia de velocidad de la luz en el vacío, surgen en la óptica contradicciones que hacen aparecer los dos principios como irreconciliables, y aplicando los teoremas de la cinemática clásica, parece que la propagación de la luz depende de la dirección. Teniendo en cuenta que un laboratorio terrestre está en las condiciones de un sistema inercial (gracias al movimiento de la Tierra) se han intentado multitud de experimentos para comprobar esta dependencia el más famoso ha sido el de Michelson, y tanto éste como los otros, han dado resultado negativo. La Naturaleza parece demostrar que el principio de relatividad restringida es valido, y nos encontramos así en una situación difícil, pues la experiencia contradice a la lógica, y es preciso, por tanto, ver si esta cadena de ideas, que da como resultado la dependencia de la velocidad de propagación de la dirección, tiene algún punto débil. Es preciso analizar el espacio y el tiempo. «En esta ocasión quiero decir en general que no es posible al espíritu humano conocer el origen de sus conceptos, y él [se] encuentra muchas veces tentado de creer que estos con- ceptos le vienen de la experiencia y que por su importancia parecen tener una dignidad su- perior. En lo concerniente al tiempo, parece que para nuestro espíritu sea un dato lo siguiente: Todas las cosas que acaecen se llaman sucesos el tiempo físico es entonces un cierto orden de estos sucesos, que parecen dados a nuestro espíritu de modo inmediato. Este es el modo de pensar de Kant, y se podría decir que todos esos sucesos son tales, que, to- mados dos a dos, o uno es anterior y otro posterior, o bien son simultáneos parece deducirse de esto que el tiempo existe realmente en la Naturaleza sin restricción. ¿Por qué creemos esto? Fijamos lo que vemos por la sensación, la cual da un orden temporal, que transporta- mos en modo unívoco a los sucesos. Hay que distinguir entre sensaciones y sucesos. Nos basta decir que se creía el orden temporal dado por la naturaleza del espíritu inmediatamen- te, pero es fácil ver que esto no es cierto. Para el físico es preciso que haya un medio de saber si el enunciado es cierto o no. ¿Son simultáneos los destello de dos estrellas? No sabemos cómo proceder para demos- trarlo, porque si un observador móvil los ve simultáneos, esto nada quiere decir.» Tras algún razonamiento, viene a sentar la siguiente definición: «Dos sucesos, por ejemplo, dos relám- pagos, han de considerarse como simultáneos cuando un observador, situado en un sistema de referencia, a igual distancia de los lugares en que se producen, los ve a la vez.» Después dice que la simultaneidad no subsiste cuando se toma otro sistema inercial en movimiento uniforme respecto al primero, o sea que la simultaneidad no es absoluta, y, por tanto, carece de sentido si no se expresa el sistema a que está referida. Esto, unido a la